viernes, 9 de mayo de 2014

Cosmología y astronomía

La astronomía es una ciencia básica para el estudio de las ciencias misteriosas, como base para estudiar la astrología, que no es lo mismo.
Lo que hay aquí simplemente es un resumen indicativo básico de la astronomía, pero esta se extiende mucho más, al estudio concreto de cada planeta, fenómenos estelares, estructura del universo,… para lo cual si se tiene interés se puede buscar en libros.
Solo necesitamos lo básico.
Pero para ello debemos conocer antes varios conceptos.

Cosmología, del griego κοσμολογία («cosmologuía», compuesto por κόσμος, /kosmos/, «cosmos, orden», y λογια, /loguía/, «tratado, estudio») es el estudio del universo en su conjunto, en el que se incluyen teorías sobre su origen, su evolución, su estructura a gran escala y su futuro.
Aunque la palabra «cosmología» fue utilizada por primera vez en 1731 en la Cosmología generalis de Christian Wolff, el estudio científico del universo tiene una larga historia, que involucra a la física, la astronomía, la filosofía, el esoterismo y la religión.
El nacimiento de la cosmología moderna puede situarse en 1700 con la hipótesis de que las estrellas de la Vía Láctea pertenecen a un sistema estelar de forma discoidal, del cual el propio Sol forma parte; y que otros cuerpos nebulosos visibles con el telescopio son sistemas estelares similares a la Vía Láctea, pero muy lejanos.

El estudio del Universo o Cosmos y más concretamente del Sistema Solar ha planteado una serie de interrogantes y cuestiones, por ejemplo cómo y cuándo se formó el sistema, por qué y cuándo desaparecerá el Sol, por qué hay diferencias físicas entre los planetas, etc.
Es difícil precisar el origen del Sistema Solar. Los científicos creen que puede situarse hace unos 4.600 millones de años, cuando una inmensa nube de gas y polvo empezó a contraerse probablemente, debido a la explosión de una supernova cercana. Alcanzada una densidad mínima ya se autocontrajo a causa de la fuerza de la gravedad y comenzó a girar a gran velocidad, por conservación de su momento cinético, al igual que cuando una patinadora repliega los brazos sobre si misma gira más rápido. La mayor parte de la materia se acumuló en el centro. La presión era tan elevada que los átomos comenzaron a fusionarse, liberando energía y formando una estrella. También había muchas colisiones. Millones de objetos se acercaban y se unían o chocaban con violencia y se partían en trozos. Algunos cuerpos pequeños (planetesimales) iban aumentando su masa mediante colisiones y al crecer, aumentaban su gravedad y recogían más materiales con el paso del tiempo (acreción). Los encuentros constructivos predominaron y, en sólo 100 millones de años, adquirió un aspecto semejante al actual. Después cada cuerpo continuó su propia evolución.
La astronomía (del latín astronomĭa, y este del griego ἀστρονομία)1 es la ciencia que se ocupa del estudio de los cuerpos celestes del universo, incluidos los planetas y sus satélites, los cometas y meteoroides, las estrellas y la materia interestelar, los sistemas de materia oscura, estrellas, gas y polvo llamados galaxias y los cúmulos de galaxias; por lo que estudia sus movimientos y los fenómenos ligados a ellos. Su registro y la investigación de su origen viene a partir de la información que llega de ellos a través de la radiación electromagnética o de cualquier otro medio. La astronomía ha estado ligada al ser humano desde la antigüedad y todas las civilizaciones han tenido contacto con esta ciencia. Personajes como Aristóteles, Tales de Mileto, Anaxágoras, Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Claudio Ptolomeo, Hipatia de Alejandría, Nicolás Copérnico, Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo Galilei, Christiaan Huygens o Edmund Halley han sido algunos de sus cultivadores.
Es una de las pocas ciencias en las que los aficionados aún pueden desempeñar un papel activo, especialmente en el descubrimiento y seguimiento de fenómenos como curvas de luz de estrellas variables, descubrimiento de asteroides y cometas, etc.

Para ubicarse en el cielo, se agruparon las estrellas que se ven desde la Tierra en constelaciones. Así, continuamente se desarrollan mapas (cilíndricos o cenitales) con su propia nomenclatura astronómica para localizar las estrellas conocidas y agregar los últimos descubrimientos.
Aparte de orientarse en la Tierra a través de las estrellas, la astronomía estudia el movimiento de los objetos en la esfera celeste, para ello se utilizan diversos sistemas de coordenadas astronómicas. Estos toman como referencia parejas de círculos máximos distintos midiendo así determinados ángulos respecto a estos planos fundamentales.

La astronomía de posición es la rama más antigua de esta ciencia. Describe el movimiento de los astros, planetas, satélites y fenómenos como los eclipses y tránsitos de los planetas por el disco del Sol. Para estudiar el movimiento de los planetas se introduce el movimiento medio diario que es lo que avanzaría en la órbita cada día suponiendo movimiento uniforme. La astronomía de posición también estudia el movimiento diurno y el movimiento anual del Sol. Son tareas fundamentales de la misma la determinación de la hora y para la navegación el cálculo de las coordenadas geográficas. Para la determinación del tiempo se usa el tiempo de efemérides ó también el tiempo solar medio que está relacionado con el tiempo local. El tiempo local en Greenwich se conoce como Tiempo Universal.
La distancia a la que están los astros de la Tierra en el de universo se mide en unidades astronómicas, años luz o pársecs. Conociendo el movimiento propio de las estrellas, es decir lo que se mueve cada siglo sobre la bóveda celeste se puede predecir la situación aproximada de las estrellas en el futuro y calcular su ubicación en el pasado viendo como evolucionan con el tiempo la forma de las constelaciones.

La astromecánica o mecánica celeste tiene por objeto interpretar los movimientos de la astronomía de posición, en el ámbito de la parte de la física conocida como mecánica, generalmente la newtoniana (Ley de la Gravitación Universal de Isaac Newton). Estudia el movimiento de los planetas alrededor del Sol, de sus satélites, el cálculo de las órbitas de cometas y asteroides. El estudio del movimiento de la Luna alrededor de la Tierra fue por su complejidad muy importante para el desarrollo de la ciencia. El movimiento extraño de Urano, causado por las perturbaciones de un planeta hasta entonces desconocido, permitió a Le Verrier y Adams descubrir sobre el papel al planeta Neptuno. El descubrimiento de una pequeña desviación en el avance del perihelio de Mercurio se atribuyó inicialmente a un planeta cercano al Sol hasta que Einstein la explicó con su Teoría de la Relatividad.

La astrofísica es una parte moderna de la astronomía que estudia los astros como cuerpos de la física estudiando su composición, estructura y evolución. Sólo fue posible su inicio en el siglo XIX cuando gracias a los espectros se pudo averiguar la composición física de las estrellas. Las ramas de la física implicadas en el estudio son la física nuclear (generación de la energía en el interior de las estrellas) y la física relativística. A densidades elevadas el plasma se transforma en materia degenerada; esto lleva a algunas de sus partículas a adquirir altas velocidades que deberán estar limitadas por la velocidad de la luz, lo cual afectará a sus condiciones de degeneración. Asimismo, en las cercanías de los objetos muy masivos, estrellas de neutrones o agujeros negros, la materia que cae se acelera a velocidades relativistas emitiendo radiación intensa y formando potentes chorros de materia.


lunes, 15 de julio de 2013

Filósofos más importantes de la edad contemporánea

Estos son:

-Nietzsche: Según Nietzsche la civilización occidental es socrático-platónica-cristiana. Está asentada sobre la metafísica socrático-platónica y sobre el cristianismo y la moral que éste engendra. 
Si algo caracteriza, por tanto, a la civilización (tradición) occidental es que ha trastocado la vida, es hostil a ella, la odia. La crítica de Nietzsche a la tradición occidental se dirige fundamentalmente en tres frentes:
1. La crítica a la metafísica socrático-platónica: La metafísica tradicional se asienta sobre un error: considerar que los valores de las cosas no están en ellas (en la vida) sino en un mundo ultraterreno de esencias.
2. La crítica al cristianismo: El otro gran pilar de la civilización occidental es la afirmación de la existencia de Dios. Y ésta se ha concretado en Occidente en el cristianismo. Nietzsche piensa que el concepto de Dios ha sido hasta ahora la objeción mayor contra la existencia. Con Dios se declara la guerra a la vida, a la naturaleza y a la voluntad de vivir. Dios es la fórmula de toda calumnia contra este mundo y de toda mentira respecto al más allá.
3. La crítica a la moral occidental: El fruto más granado de la metafísica socrático-platónica y del cristianismo es lo que Nietzsche denominará la moral de los esclavos. La moral de los esclavos es la moral del rebaño, la negadora de la vida. Hay que transmutar la moral y los valores que defiende para que nazca un nuevo tipo de hombre. Hace falta ir más allá del bien y del mal. Crear unos nuevos valores y una nueva moral en la que la vida sea el valor fundamental.



Tres son las ideas de su propuesta. Ideas íntimamente relacionadas entre sí y que no pueden entenderse aisladamente; aunque a la hora de explicarlas tengamos que separarlas:
1. La voluntad de poder: El nihilismo (activo) nos lleva a patentizar la auténtica realidad del mundo y de la vida. El devenir constante, la afirmación de la vida. A esto llama Nietzsche voluntad de poder. Es, al fin y al cabo, la expresión de la instintividad de la vida; la vuelta a las actitudes dionisíacas. Instintividad que se expresa en el fondo del individuo como superación continua de sí mismo y que se manifiesta en cada una de sus máscaras como egoísmo, como voluntad de ser señor.
2. El eterno retorno: Si la vida, que es puramente material, terrestre, se reduce a voluntad de poder, y ésta no es más que la primacía del instinto, se comprende que todo se mida en clave de placer y que las ansias de inmortalidad que tiene todo ser humano en su interior, y que Nietzsche percibía con angustiosa exigencia, se vislumbren también en el placer.
3. El superhombre: Nietzsche reclama una realidad guiada por un hombre "irracional": voluntad de poder. Un hombre en el que se hayan superado todos los errores de Occidente. Un hombre sin Dios. Un hombre que asuma la vida en toda su fuerza. Un hombre que ame la vida, que sea pura instintividad. Por eso este nuevo modelo humano está más allá del hombre occidental y sólo será posible cuando la civilización que está por venir se haga real.

-Ortega y Gasset: Lo más interesante en el pensamiento de Ortega es su fase final: el raciovitalismo. El raciovitalismo afirma que la realidad -y dentro de ésta la vida como su faceta más significativa- es previa al pensamiento. El pensamiento viene después y debe abordar esa realidad -y esa vida- que le son preexistentes. Dentro de la realidad, previa a cualquier reflexión filosófica, Ortega se interesa por la vida, esa es la "realidad radical".
Esta vida no es cualquier clase de vida. Para ser vida auténticamente humana ha de cumplir una serie de condiciones: la vida humana es la de cada cual, es vida personal; por ser personal, lleva al hombre a hacer siempre algo en una determinada circunstancia; ésta nos presenta distintas posibilidades de hacer y de ser que añaden al concepto de vida la nota de la libertad.
Y por último, la vida es intransferible, de modo que mi vida es una ineludible responsabilidad mía. Así, la vida humana se diferencia de cualquier otro tipo de vida mediante la razón. La razón es la que le ha hecho ser consciente de sus potencialidades y, en consecuencia, pervivir. 
Pero la razón, el pensamiento, no es algo dado sino algo que el hombre ha tenido que adquirir, conseguir. Y lo ha adquirido porque se ha hecho consciente de lo que le falta. Ha descubierto que ignora mucho sobre sí mismo y sobre la realidad en la que vive. El pensamiento del hombre se manifiesta en ideas. Éstas son las coordenadas con las que el hombre se orienta en el mundo y con las que pretende solucionar su necesidad radical de conocimiento y cualquier otra necesidad que se le presente.

Dentro de las ideas hay que distinguir entre ideas y creencias:
1. Ideas: Aquellos pensamientos que construimos y de los que somos conscientes. Las discutimos porque no nos encontramos totalmente inmersos en ellas.
2. Creencias: Aquellas ideas que tenemos tan asumidas que no existe necesidad de defenderlas. Vivimos inmersos en ellas. Son nuestra realidad y no las cuestionamos Ortega afirma que el hombre se encuentra, cuando viene al mundo, sumergido en la circunstancias de las creencias de su época. En esa circunstancia tales creencias le han sido dadas, le impregnan. Pero el hombre "ser ignorante" ansía conocer lo que le falta y, por eso, tiende a pensar las creencias para convertirlas en ideas.

Esta lucha entre creencias e ideas se da en la historia. Y la historia no es más que la realidad radical: la vida del hombre. El concepto de vida para Ortega no es biológico, como ya vimos más arriba, sino histórico. El hombre no tiene naturaleza como las cosas, sólo tiene historia. Con esta afirmación quiere decir que el hombre es heredero de sus antepasados, es lo que ha recibido.
Más concretamente podríamos desglosar esta afirmación en otras tres:
 1. El ser del hombre consiste en su mutabilidad.
2. Esa mutabilidad se puede estudiar en la historia.
3. El hombre, por ser un animal mutable e histórico, puede aumentar o dilapidar el caudal cultural heredado de sus antepasados.

En cada momento histórico coexisten tres generaciones distintas ya que cada generación abarca un periodo de quince años: la generación emergente, la que está en plenitud y la que va desapareciendo.
Las ideas y creencias de cada una de esas generaciones -especialmente las creencias- aunque coexisten en el mismo hoy, son diferentes. Por eso los hombres de un mismo tiempo son contemporáneos, no coetáneos.
Es decir, viven el mismo tiempo pero pertenecen a generaciones distintas. Sólo son coetáneos los que pertenecen a la misma generación. Esta coexistencia de generaciones es lo que hace que la historia pueda avanzar o retroceder.

¿Cómo avanza la historia? Ortega afirma que hay dos tipos de generaciones:
1. Las que corresponden a "épocas acumulativas". En esas épocas todas las generaciones se someten a la visión del mundo de la generación más vieja.
 2. Las que corresponden a "épocas eliminatorias y polémicas". En ellas se da una lucha entre las distintas generaciones que lleva a que la visión del mundo de la generación más vieja sea sustituida por la de las más jóvenes. Cuando no encontramos con el segundo tipo de generaciones estamos ante una "crisis histórica". 
El primer paso de una crisis histórica es el abandono radical de las convicciones que se tenían instalándose así en una "época eliminatoria y polémica".
El hombre vive entonces una época de confusión y desorientación respecto al mundo. Su única convicción es no tener convicciones. Ante esta desorientación el hombre responde, en principio, de dos maneras:
1. Retorno al pasado: Aparece como la búsqueda de coordenadas para orientarse en un mundo distinto al que se ha abandonado. Se añora una época remota a la que se idealiza.
2. Entrega frenética a la acción: El hombre ante la insuficiencia e irrealidad de ese pasado se vuelca en la acción. Se dedica a hacer por hacer porque así olvida su inseguridad.
A este fenómeno Ortega lo denomina "rebarbarización" y es el signo manifiesto de que el hombre está en crisis.

Subraya que ambas soluciones son pseudosoluciones porque intentan el retorno a algo que no puede ser resucitado y, además, toda acción debe estar siempre guiada por alguna convicción. Así, la superación de la crisis histórica sólo se podrá dar por la instalación del hombre en nuevas convicciones que no sean simple repetición de otras anteriores. Esta tarea pertenece a una generación creadora. Con esa generación el hombre volverá a vivir de la seguridad de sus convicciones durante otra serie de "generaciones acumulativas" y hasta la próxima crisis histórica.

Los filósofos más importantes de la edad media-moderna

Estos son: -Descartes: Tras el hundimiento de la filosofía aristotélico-tomista, el ob­jetivo fundamental de Descartes es encontrar un método que, partiendo de una serie de reglas, garantice el razona­miento correcto y la reconstrucción de todo el saber huma­no. Las reglas de dicho método son las siguientes: 1. Regla de la evidencia, que exige rechazar cualquier idea que no sea clara (es decir, indudable) y distinta (imposi­ble de confundir con ninguna otra). Se llega a la eviden­cia, bien por intuición, o visión intelectual directa de una verdad (como los primeros principios del razona­miento), bien por deducción, que permite derivar una serie de consecuencias necesariamente ciertas de tales principios intuitivamente evidentes. 2. Regla del análisis, que consiste en reducir lo complejo a sus componentes más simples, que pueden conocerse in­tuitivamente. 3. Regla de la síntesis, por la cual, partiendo de los elemen­tos simples, conocidos por intuición, se construyen argu­mentos o deducciones más complejas. 4. Regla de la enumeración, en cuya aplicación se revisan todos los pasos dados para comprobar que no se han co­metido errores en el razonamiento. Seguidamente, Descartes aplica el método a la metafísica, raíz del «árbol de las ciencias», para averiguar si existe una primera verdad absolutamente cierta, sobre la que elevar el edificio del conocimiento. Para ello, plantea la duda metódica, que consiste en cues­tionar todos nuestros conocimientos a fin de hallar alguno que sea seguro e indubitable. La duda metódica tiene cuatro niveles: 1. Desconfianza del conocimiento aportado por los sentidos: como estos nos engañan muchas veces, suscitando ideas oscuras y confusas, podrían engañarnos siempre. 2. Confusión entre el sueño y la vigilia: los sueños no se dis­tinguen a veces de la realidad, de manera que toda la rea­lidad muy bien pudiera ser ilusoria. 3. Hipótesis del “Dios engañador”: los razonamientos matemáti­cos siguen teniendo validez, incluso en sueños, pero quizá Dios nos ha creado de tal manera que nos engañemos siem­pre, incluso en los razonamientos más evidentes. 4. Hipótesis del “genio maligno”; aun suponiendo que Dios no puede engañamos, porque es bondadoso, podría exis­tir un espíritu malvado que se divirtiese haciéndonos errar cada vez que razonamos. Sin embargo, aunque la duda parece haber eliminado todos nuestros conocimientos, incluidos los matemáticos, en el acto mismo de dudar aparece algo que resiste cualquier duda: si el sujeto duda, es que piensa, y, si piensa, es que existe. «Pienso, luego existo» (“Cogito, ergo sum”) es la primera certeza indubitable de la metafísica. Descartes define el yo como una sustancia pensante, en la que hay ideas, voluntades y juicios (que son los que pueden conducirnos a error). A su vez, las ideas son de tres clases: adventicias, facticias e innatas. Son adventicias aquellas ideas que parecen provenir de los objetos exteriores; las facticias, las crea nuestra imaginación, y las innatas, en cambio, pare­cen ser connaturales al sujeto (por ejemplo, el yo). Ahora bien, entre las ideas innatas encontramos una muy es­pecial: la de un «ser infinitamente perfecto» (Dios), que no puede haber sido creada por el yo, ya que este es finito e imperfecto, de manera que esa idea ha tenido que ser pues­ta en el sujeto por un ser realmente infinito, con lo que que­da demostrado que Dios existe. Descartes añade otras dos demostraciones de la existencia de Dios. La primera es una variante del argumento ontológi­co de San Anselmo: dado que el yo tiene en su mente la idea de un ser infinitamente perfecto, ese ser tiene que incluir en­tre sus perfecciones la de existir necesariamente. La segunda es una variante de la vía tomista de la contingen­cia: si el yo se hubiese dado a sí mismo la existencia, se ha­bría dado todo tipo de perfecciones, entre ellas, la de existir necesariamente, pero se sabe finito, imperfecto y contingen­te; por tanto, ha tenido que haber sido traído a la existencia por otro ser, que puede ser contingente (sus padres, por ejemplo) o necesario. La cadena de seres contingentes no puede ser infinita, pues entonces el yo no existiría actual­mente, pero como sí existe, ha de haber un ser necesario, Dios, que lo ha creado y lo mantiene en la existencia. Dios, como ser infinitamente perfecto, tiene que ser bondado­so y no puede engañamos: Él garantiza, pues, que el mundo exterior existe y que la ciencia matemática que se ocupa de él es verdadera (siempre que sus razonamientos se ajusten a las reglas del método). La metafísica cartesiana distingue tres sustancias: la infinita (Dios), la pensante (almas) y la extensa (cuerpos físicos). Antropología La antropología cartesiana es dualista. En el hombre hay que distinguir el alma (inmortal), caracterizada por el pensamien­to, yel cuerpo (que es material y se caracteriza por la exten­sión). Son independientes, no se necesitan para existir. El cuerpo es una máquina compleja, construida por Dios. La separación entre alma y cuerpo plantea el problema de la co­municación entre las dos sustancias, resuelto por Descartes mediante la glándula pineal, punto de contacto entre ambas.
-Kant: Nació en Kónigsberg en 1724 y allí murió en 1804. Entre sus principales obras destacan "Crítica de la razón pura", "Fundamentación de la metafisica de las costumbres" y "Crítica de la razón práctica". En él influyeron considerablemente el racionalismo de Wolff, el empirismo de Hume y la ciencia fisico-matemática de Newton. En la "Crítica de la razón pura" Kant se propuso establecer el valor y los límites del conocimiento verdadero y universal, del conocimiento científico. Dice que el conocimiento científico se halla integrado por juicios sintéticos a priori; en cuanto sintéticos aumentan nuestro conocimiento del sujeto, dan a conocer algo; en cuanto a priori son necesarios y universales. Estos juicios son posibles en las matemáticas y la física porque tienen una materia y una forma. "Materia" son los datos de la sensación que, desde el punto de vista científico, se ofrecen como un caos confuso." Forma" es lo que pone el sujeto en el objeto para poder conocerlo: el objeto es conocido con la forma. "Forma a priori" es lo que pone el sujeto en el juicio para ordenar el elemento material dándole a la vez necesidad y universalidad. Tanto la materia como la forma constituyen una parte del objeto, el objeto conocido o fenómeno; hay en el objeto otra parte, lo "en sí", sin forma, que es incognoscible y que se llama "noúmeno", pero que puede ser pensado. En la parte llamada "Estética trascendental" Kant demuestra que la matemática es posible como ciencia porque sus juicios tienen una materia (los datos de la experiencia sensible) y dos formas a priori de la sensibilidad, llamadas intuiciones puras (espacio y tiempo). En la parte llamada "Analítica trascendental" se establece la validez científica de la física mediante la materia sensible (el fenómeno) y las formas a priori del entendimiento (las categorías: esencia, existencia, causalidad, necesidad, ... ) En la parte llamada "Dialéctica trascendental concluye que no es posible la metafísica como ciencia porque las formas a priori de la razón o ideas (alma, mundo, Dios) no pueden aplicarse a ningún dato material sensible. En la "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" y en la "Crítica de la razón práctica" Kant examina la posibilidad de una ley moral universal y llega a establecer como postulados la existencia de Dios, la libertad y la inmortalidad del alma. Parte del hecho de la existencia en la conciencia de una serie de normas que dirigen la conducta mediante imperativos. Distingue entre norma subjetiva (máxima) y norma objetiva (ley universal) y entre imperativo hipotético (que obliga condicionalmente) e imperativo categórico (que obliga sin condiciones, absolutamente). La moral que se rige por imperativos hipotéticos es heterónoma y material, sus normas son subjetivas, no universales. La moral que se rige por el imperativo categórico es autónoma y formal: la voluntad se pone a sí misma la ley, sin depender de nada ajeno a ella, por lo que esa ley sólo puede ser formal, sólo puede expresar cómo debe ser la máxima para que sea ley, no lo que hay que hacer en concreto. Y sólo la voluntad que se da a sí misma la ley es libre. En seguir esta ley autónoma está el bien: una voluntad es buena cuando sigue su ley. La virtud y la felicidad radican en esta autonomía de la voluntad.
-Tomas de Aquino: Frente a la doctrina de la doble verdad de los averroístas lati­nos, Santo Tomás sostiene que la verdad es única, aunque se puede conocer de dos maneras: por la razón y por la fe. La razón conoce a partir de los datos de los sentidos; en cam­bio, la fe conoce partiendo de la revelación divina. En con­secuencia, ambas son independientes. Las verdades de fe, o verdades reveladas, sobrepasan la ca­pacidad de la razón humana y las estudia la teología; no pueden demostrarse racionalmente y han de ser aceptadas sin discusión, porque emanan directamente de Dios. En cambio, las verdades de razón, es decir, las verdades de la filosofía, sí pueden ser comprendidas por el entendimiento humano y son demostrables racionalmente. Además, existen algunas verdades que la razón puede demos­trar, pero que Dios ha querido revelamos: los preámbulos de la fe. En este terreno confluyen la fe y la razón, y la teología puede utilizar esta última para conocer la verdad revelada (teología natural). La filosofía está, por tanto, al servicio de la teología, y como la verdad es única, la filosofía y la razón se equivocan si llegan a conclusiones incompatibles con la fe. Filosofía y Teología deben colaborar mutua­mente. La Teología debe aprovecharse de los méto­dos racionales para hacer más claras y compren­sibles las verdades de la Fe. La Fe «busca al enten­dimiento». Y la Filosofía debe dejarse ilustrar por la Teología y por sus verdades de Fe para completar el conocimiento limitado, propio de la razón hu­mana. La razón «busca a la Fe». Una de las verdades reveladas por la fe, pero susceptible de demostración racional, es que Dios existe. Para demostrado Santo Tomás propone una demostración a posteriori, que parte de los sentidos, y que va del efecto (los seres del mundo) a la causa que los ha producido (Dios). Tomás de Aquino ofrece cinco demostraciones de la existen­cia de Dios, las cinco vías, que comparten la misma estruc­tura: 1) se parte de un hecho de la experiencia; 2) se aplica el principio de causalidad, advirtiendo que no puede haber una serie causal infinita; 3) se concluye que ha de existir un ser originario, que es el que da lugar a toda la serie: Dios. Las vías son las siguientes: 1ª por el movimiento: va desde el movimiento del mundo al primer motor inmóvil; 2ª por la causalidad eficiente: va desde las causas subordinadas hasta la primera causa incausada; 3ª por la contingencia: va desde los seres contingentes del mundo hasta un primer ser nece­sario; 4ª por los grados de perfección: va desde los grados de perfección del mundo hasta un ser infinitamente perfecto; 5ª por la finalidad y el orden cósmico: va desde el orden y la fi­nalidad del mundo hasta una primera inteligencia ordenadora. Dios es el Ser. Sólo por analogía decimos que todo lo que El creó, o sea, los entes, tienen ser, por­que han recibido de Dios todo lo que son: su esen­cia y su existencia. El ser (o sea Dios), origen y causa de todo: - Es necesario: tuvo que existir y exististirá SIempre. - Tiene todas las perfecciones en grado infi­nito. - No tiene composición (acto-potencia, subs­tancia-accidente, esencia-existencia). - Es inmutable. Para resolver el problema de la creación, Santo Tomás distin­gue entre esencia y existencia, esto es, entre la naturaleza de un ser, entendida como simple potencialidad o posibilidad (esencia), y su existencia efectiva, en acto. En Dios, esen­cia y existencia se implican mutuamente, porque su naturale­za implica existir necesariamente, ya que es un ser infinitamen­te perfecto. En cambio, los demás seres son contingentes: su esencia no implica necesariamente existir, y, por ello, "partici­pan» de la existencia gracias al acto creador de Dios. Por la creación Dios sacó a los entes de la nada, como nos enseña la Revelación. Con e! acto creador Dios no perdió nada de su esencia, sino que se dis­tingue esencialmente de las criaturas o entes. Las criaturas o entes participan de! ser de Dios sólo en e! sentido analógico: son algo y tienen perfecciones pero, como acabamos de ver, esencialmente distin­tas de las de Dios (los entes son contingentes, com­puestos, mutables). Siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás concibe al hombre co­mo una única sustancia, compuesta de materia (cuerpo) y forma (alma racional). No obstante, frente a Aristóteles, y de acuerdo con el cristianismo, mantiene que el alma humana es inmortal. El hombre es la más importante de las criaturas por su alma racional y espiritual. Dios creó e! alma de cada hombre singularmente. Por su alma, el hombre es imagen y semejanza de Dios. El Alma es la forma sustancial del cuerpo, esto es, aquello que hace que e! hombre sea lo que es en todas sus di­mensiones: espirituales, corporales, sensitivas, etc. El alma forma con e! cuerpo una unidad sustancial. El hombre tiene sólo un alma que es de natura­leza intelectiva. Virtualmente tiene funciones sensitivas y vegetativas confiriendo así la unidad sustancial al hombre. El ser y el obrar del hombre adquieren unidad y coherencia en virtud de que el alma es única e impone la unidad a todas las opera­ciones humanas. El alma es inmortal por dos razones: • Porque ella fue creada directamente por Dios y no tuvo origen o generación corporal. Por eso sólo Dios podría «destruir» el alma. • Porque es espiritual y no depende para su subsistencia del cuerpo ni de sus funciones, aunque esté unida substancialmente al cuerpo. La teoría del conocimiento tomista, basada, asi­mismo, en Aristóteles, entiende el conocimiento como un proceso de abstracción, por el que el alma desmaterializa las formas inscritas en la materia, colaborando en dicho pro­ceso, por este orden, los sentidos, la memoria, el entendi­miento agente -que abstrae las formas-, y, por último, el entendimiento paciente, que recibe la especie o forma inteli­gible y conoce el concepto general. Hay que distinguir: • El conocimiento sensible: que proviene de las sensaciones de nuestros sentidos (vista, oído, tacto, etc.). Este conocimiento es siempre de cosas par­ticulares y de cualidades sensibles. Se fija en los ac­cidentes o apariencias directas (sensaciones) de las cosas. No puede formar conceptos universales: ár­bol, hombre, justicia, flor, etc. Sólo nos da cuenta de «este hombre» de sus cualidades sensitivas, etc. • El conocimiento intelectual: Es obra del en­tendimiento. Es un conocimiento universal o por conceptos (árbol, hombre, etc.), no sensible porque ya no necesita de la imagen de las cosas ni de su presencia física. Para Santo Tomás el conocimiento intelectual se forma a partir del conocimiento sensible, del modo siguiente: a) Los sentidos son el origen del conoci­miento en cuanto que ellos captan las cualida­des sensibles de los objetos (conocimiento sen­sible). b) La imaginación forma una «imagen» o re­producción intelectual de las cosas a partir de lo que los sentidos le ofrecen. Las imágenes no son to­davía conceptos porque están elaboradas con los datos sensibles. La imagen de este o de aquel objeto (árbol, flor, hombre, etc.) no es un concepto. c) El entendimiento forja un «concepto» uni­versal a partir de las imágenes prescindiendo de sus cualidades sensibles, materiales y particulares para retener sólo la esencia universal de las cosas: árbol, flor, hombre, etc. Estos son los conceptos (=conce­bidos). En cuanto que el entendimiento es su autor le llama Santo Tomás entendimiento agente. En cuanto que los conceptos quedan «impresos» en el entendimiento, le llama entendimiento paciente. La abstracción es este proceso por el que el en­tendimiento forja los conceptos universales «abstra­yendo», esto es, dejando de lado lo sensible, lo par­ticular y lo imaginativo (atributos del conocimiento sensible). La abstracción es, pues, el proceso por el que se pasa del conocimiento sensible al inteligible. La ética de Tomás de Aquino es teleológica: nuestros actos tienden a un fin último que aparece como un bien deseable, la felicidad, que se adquiere mediante el ejercicio del alma racional (el conocimiento y la virtud). Puesto que Dios es el bien supremo, y el conocimiento de Dios, el más elevado al que puede aspirar el hombre, una vida dedicada a la bús­queda y al conocimiento de Dios será la más perfecta y feliz para el ser humano. La consideración tomista del hombre tiene su más importante repercusión en todo lo que hace referencia a la cualificación de los actos humanos. Esta cualificación (de lo óptimo a lo pésimo, con todas sus gradaciones) es lo que llamamos mora­lidad. Sus ideas principales son: a) El hombre es libre. La libertad es una pro­piedad de la voluntad humana. La voluntad es la fa­cultad que «apetece el bien». b) Los actos humanos son aquellos que se rea­lizan conscientemente. De estos actos e! hombre es responsable. c) El fin último de! hombre es la posesión de Dios, soberano bien. Todos los demás fines de las acciones humanas deben encaminarse a este último objetivo. El mal moral consiste en no proponerse como fin último la posesión de Dios. d) Para lograr este objetivo el hombre debe cumplir lo que impone la ley natural, que es la pre­sencia en la naturaleza humana de la ley eterna. La ley eterna es e! designio de Dios sobre los seres naturales, esto es, lo que Dios impuso como fin de to­das y cada una de las naturalezas creadas. e) La ley natural impone «hacer el bien y evi­tar el mal». Este precepto se concretiza en el hom­bre como conciencia moral u obligación de hacer ciertas acciones y evitar otras. La razón humana está capacitada para distinguir estos preceptos de la ley natural. La razón es, de hecho, la que impone cuáles son los contenidos de la ley natural en cada caso. f) La ley positiva, es el mandato razonable promulgado por la autoridad competente en orden al bien común de una comunidad o sociedad. El hombre está obligado a cumplir las leyes positivas justas. Y son justas todas aquellas leyes que no con­tradigan la «ley natural». g) La Ley positiva es el medio para que el Es­tado procure el Bien común, que es su objetivo. La Autoridad civil debe ordenar todo para alcanzar el bien común de los ciudadanos. h) Para lograr el bien común debe buscarse la paz, el buen obrar de acuerdo con la ley natural (moralidad) y los medios necesarios para vivir. Las leyes tienen así que procurar estos tres objetivos. Si no los procuran son «leyes injustas» y no se está obligado a obedecerlas. La autoridad que promulga «leyes injustas» se convierte en tiranía y el ciuda­dano no debe obedecer al tirano, sino derrocarlo cuando hay garantía de que su derrocamiento no va a causar males mayores. Aunque Santo Tomás, como todos los medieva­les, entendía que la autoridad, también la civil, vie­ne de Dios, no justifica la tiranía.

Los filósofos de la edad antigua

En las proximas entradas, veremos los filósofos más importantes a lo largo de la historia de la humanidad. Y su aportacion, en mas o menos medidas a las ciencias misteriosas. En esta entrada veremos los primeros filósofos que vivieron antes de Cristo: -Presocráticos: se acaracterizaban por querer encontrar la causa primera del hombre y la naturaleza. Buscaban un principio del que todo proviniese. Algunos de ellos son: Parménides, Empédocles, Heráclito, Tales,...
-Sócrates: Su método de enseñanza era el diálogo y en realidad no creía ser portador del saber, por el contrario hace suya la frase del Oráculo de Delfos, sólo sé que no sé nada. Además no dejó escritos propios y todo lo que nos ha llegado de él ha sido a través de sus discípulos, principalmente Platón. No le interesaba la naturaleza ya que pensaba que no se podía extraer un conocimiento de ella, tal y como demostraba la diversidad de teorías de los presocráticos. Este rechazo generalizado al mundo físico, implica al mismo tiempo, el menosprecio por el conocimiento empírico y del propio cuerpo. De esta forma, Sócrates se preocupa por el hombre y la sociedad. Según él, la areté, es decir la virtud, consiste en obtener conocimiento a partir de la propia alma, por lo tanto el saber es virtud. Sócrates no pretende transmitir contenidos, sino establecer un método para pensar y poder diferenciar entre verdad y falsedad. Explica que el verdadero conocimiento se encuentra en el interior del alma humana, presentes como ideas innatas las cuales aparecen inseparables de la razón. Estas ideas son verdaderas, porque son universales, es decir que todos las tenemos, y necesarias, ya que no admiten crítica al ajustarse a la racionalidad. Para él, el conocimiento consiste en deshacerse de las ideas adquiridas y convencionales que impone la sociedad para encontrar en el alma, las verdaderas ideas, es decir, pensar por uno mismo. Para conseguir esto, Sócrates crea un método que se lleva a cabo mediante el diálogo. El primer paso del método socrático es la ironía, que consiste en reconocer la propia ignorancia. En este primer momento, Sócrates hace entrar en contradicción a su interlocutor, haciéndole reconocer que lo que sabe es una mera convención. El segundo paso de este método se llama mayéutica, en este paso se consigue descubrir la verdad, aletheia, mediante el diálogo. Finalmente se llega al paso de la definición, donde se encuentra una verdad universal y necesaria. Además, Sócrates pensaba que era muy importante la vida en la polis. Para él, nadie podía conseguir la felicidad en otra ciudad que no sea la suya, y a pesar de la convencionalidad de las leyes, creía que era necesario respetarlas y obedecerlas ya que esto conserva el orden. Por otra parte, Sócrates cree que quien conoce el bien, no actuará mal, por eso, la educación es básica y la búsqueda del saber todavía más. Sócrates fue condenado a muerte por pervertir la mente de los jóvenes y tomó la cicuta, a pesar de poder elegir escapar.
-Platón: De família aristocrática, Platón tomaba la filosofía como un camino hacia el quehacer político. Pero descepcionado por la decadencia de una democracia donde todo podía ser tomado por relativo (influencia sofista) y que termina por condenar al más sabio de los hombres a la muerte por beber la cicuta (Sócrates), Platón cree que debe sentar los fundamentos del conocimiento antes de teorizar sobre la ética o la política. La teoría platónica puede desarrollarse a partir de dos mitos: la alegoría de la caverna (que ejemplifica su teoría ontológico-gnoseológica) y el mito del carro alado (que ejemplifica su teoría sobre la naturaleza humana y sobre la estructura del estado). Platón describe el ser dividido en dos mundos, un mundo inteligible o ideal, donde se encuentran las ideas de las que son copias los entes sensibles, pertenecientes estos últimos al mundo sensible. Las ideas del mundo inteligible son entidades perfectas y objeto del verdadero conocimiento, mientras que los entes sensibles son copias imperfectas de las ideas y pertenecen al dominio de la apariencia. Para identificar los grados de conocimiento del ser, Platón desarrolla el llamado paradigma de la línea, que propone una forma de conocer para cada forma de ser. Como vemos, el modelo platónico es racionalista (aunque llamarlo así sea un anacronismo) ya que no cree en la experiencia sensitiva como portadora de verdadero conocimiento. En este dualismo entre mundo sensible e inteligible, se encuentra el alma que es aquello que nos conecta con el mundo inteligible. El alma, según Platón, proviene del mundo de las ideas, conociendo en ese entonces todas las ideas antes de migrar hacia el mundo sensible y pasar por el río del olvido, donde olvida todo su conocimiento sobre el mundo ideal. Entonces, al conocer en el mundo sensible, el alma en realidad recuerda su conocimiento del mundo ideal. El conocimiento es reminiscencia. Este alma como fundamento y principio de conocimiento y vital (dota de vida al cuerpo y permite conocer) está dividido en tres partes. Según el mito del carro alado, el alma tiene una parte racional que es inmortal (que se representa en el auriga del carro), y una parte irracional formada por una parte irascible (que se representa en uno de sus caballos, caracterizado de color blanco) y una parte concupiscible (representada por el otro caballo, caracterizado de color negro). En la extrapolación de la teoría del alma al Estado, Platón identifica tres sectores sociales que se suscriben cada una a una parte del alma, proponiendo el dominio de cada una de las partes sobre las demás. De esta forma, se encuentran los productores como grupo social, donde la parte dominante del alma es la concupiscible, y su virtud es la templanza; los guardianes, donde la parte dominante del alma es la irascible, y su virtud es la fortaleza; y los gobernantes (grupo conformado según Platón por filósofos), donde la parte dominante del alma es la racional y cuya virtud es la prudencia. En este momento Platón plantea el gobierno perfecto como aquél en que gobierne el grupo de los filósofos, aquellos poseedores del saber y conocedores de la Idea del Bien que se alcanza mediante el ascenso dialéctico. Y en última instancia es un Rey filósofo, virtuoso aquél que debe gobernar (ver Conceptos: Estado platónico). Concluidas estas dos teorías, debe explicarse su enlace mediante el ascenso dialéctico ejemplificado con el paradigma de la línea. Tras abandonar las sombras de la caverna, aquél que se atreve a conocer el mundo de las ideas, realiza un ascenso dialéctico, en este ascenso, se comienza por el grado de conocimiento correspondiente a la primera parte del mundo sensible, las imágenes, conocidas por la imaginación (eikasía). Siguiendo el ascenso dialéctico hay un segundo nivel de conocimiento sensible, la creencia (pistis), que corresponde a las cosas sensibles propiamente dichas. Estos dos primeros niveles de conocimiento son los que constituyen la opinión (doxa). Ya entrados en el mundo inteligible podemos llegar a conocer mediante el entendimiento (diánoia) las ideas matemáticas, que conforma el primer paso en el dominio de la ciencia (episteme) y en segundo lugar mediante la inteligencia (nóesis) se conocen las ideas morales y metafísicas. Este ascenso culmina con el conocimiento de la Idea del Bien, que alumbra todas las demás ideas dando sentido y permitiendo vislumbrar todas las relaciones que entre ellas se despliegan.
-Aristóteles: Entre otras muy interesantes tomaremos una que permite pensar al desarrollo de la teoría hylemórfica de Aristóteles tanto en el momento de estabilidad abstracta como puesta en devenir, dispuesta en cambio, a partir de la lectura histórica que se puede realizar vinculando su pensamiento con otros filósofos de la época. Para poder tratar la cuestion de la episteme, de la que ya había hablado Platón en otros términos, Aristóteles no se contenta con seguir a su maestro, sino que, muy al contrario, llega un momento en que se separa de él drásticamente debido a la inmanencia que predica de las ideas platónicas en el mundo de la apariencia. Para esto, cambia el tradicional concepto platónico de idea (eidon en griego) por el de sustancia (ousía en griego). A diferencia de lo que sucedería en la teoría del conocimiento de Platón, Aristóteles planteará la cuestión sobre el ser sin distinguir en dos mundos, esta crítica que hace a su maestro simplifica la cuestion planteando que existe una sustancia que existe independiententemente de los accidentes que se hallen en ella. Para desarrollar la teoría hylemórfica (del griego hile y morfé, materia y forma) es preciso reconocerla como la síntesis de los pensamientos de dos filósofos de la magnitud de Heráclito (quien predicaba el devenir como elemento primordial del ser) y Parménides (quien postulaba la imposibilidad de cambio y la unidad del ser como inalterable), además de una crítica a la teoría de las ideas de su maestro Platón. En esta gran teoría que se tomaría más tarde (al ordenarse las obras aristotélicas por los herederos de las mismas) como el fundamento metafísico de todo el conocimiento posible tanto en las ciencias particulares como en la filosofía, ya que es Aristóteles el primero en separar las diferentes ciencias. En este campo llamado metafísica, Aristóteles hablará de lo que refiere al ente (lo que participa del ser) en cuanto ente. Es aquí donde se deben reconocer dos momentos de la metafísica aristotélica, la primera donde se ubica al ser, del cual Aristóteles dice que se puede predicar de distintos modos. Los modos del ser son: el ser en sí, que subsiste, es decir no necesita nada más para ser, es decir, es sustancia; y el ser en otro que precisa de la sustancia para ser, es decir los accidentes o caracteres contingentes (es decir que pueden ser o no y eso no altera la integridad de la sustancia). Pongamos un ejemplo para clarificar (para lo cual precisaremos un ente más que un ser, ya que el ser es la generalidad de lo que es y los entes son aquellos elementos concretos que participan del ser): si hablamos de una silla, nunca pensaríamos que una silla deja de ser una silla por ser roja en vez de azul, o estar realizada en madera en vez de metal o plástico, pues bien, lo que constituye la sustancia es aquello que la hace ser lo que es, lo particular del objeto silla, más allá de los accidentes que se manifiesten en ella. En un segundo momento de la metafísica aristotélica se habla en concreto de los entes particulares y en éstos se encuentra siempre dos elementos, que únicamente pueden considerarse de manera separada a través de la abstracción intelectual: la materia y la forma. Es en este caso que encontramos la sustancia de lo que es, como vimos en el ejemplo anterior como la forma o también llamada esencia. También vemos la materia como aquello de lo que se sirve la forma para poder conformar al ente. Así, la madera de la silla es su materia y su forma es la caracterización consustancial y esencial de una silla. Hasta este punto nos encontramos con la teoría hylemórfica en su momento estático, tratando de los entes en cuanto sustancia y accidente, en forma y materia; en el ser-ahí, el esto-aquí, sin embargo encontraremos que Aristóteles va más lejos, fundamentando el devenir y el cambio del ser a partir de la misma teoría. Para Aristóteles es imposible dividir fundamentalmente el ser en materia y forma, nunca encontraremos una silla sin una composición material ni la pura madera sin ninguna forma que la sustente. Sin embargo, las materias y las formas cambian, son actos que devienen realizando sus potencias. Así pues, para la dinámica del devenir, la teoría hylemórfica guarda estas dos concepciones, la de acto que es el ente en el momento que se encuentra actualmente y la potencia o las potencias, que son aquellas posibilidades de cambio que guarda el ente en relación a su acto. Por ejemplo encontramos en acto un tronco de madera que tiene como potencia la posibilidad de devenir en una silla. Sin embargo para Aristóteles es fundamental cuales son las causas de los cambios, ya que estos no devienen solos, sino que cada realización de una potencia viene dada por cuatro causas que definiremos brevemente así: - La causa material: aquello que compone al ente en su materialidad. - La causa formal: aquella forma actual en la que se encuentra el ente. - La causa eficiente: el agente que se ocupa de gestar el cambio que se está por llevar a cabo en el ente. - La causa final: la finalidad que persigue el cambio, su orientación teleológica (para qué) y esta es la que más enfatiza Aristóteles. En relación a este énfasis teleológico se debe tener en cuenta que si existe devenir es porque hubo un primer efector de este movimiento, algo que sea acto puro y nada tenga en potencia por realizarse, un motor inmóvil que pusiera en marcha todo sin necesidad de ser movido por nada más y hacia lo cual todo tiende por su parte parcial sin poder alcanzarlo jamás debido a la finitud de cada uno de los entes. Si los entes tienden a la realización de sus potencias es por un finalismo, por la perfección de sí mismo, y por esto se dice que la teoría aristotélica es teleológica.

Filosofía y ramas de conocimiento

La filosofía es el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje. Al abordar estos problemas, la filosofía se distingue del misticismo, la mitología y la religión por su énfasis en los argumentos racionales, y de la ciencia porque generalmente lleva adelante sus investigaciones de una manera no empírica, sea mediante el análisis conceptual, los experimentos mentales, la especulación u otros métodos a priori, aunque sin desconocer la importancia de los datos empíricos.
La filosofía occidental ha tenido una profunda influencia y se ha visto profundamente influida por la ciencia, la religión y la política occidental. Muchos filósofos importantes fueron a la vez grandes científicos, teólogos o políticos, y algunas nociones fundamentales de estas disciplinas todavía son objeto de estudio filosófico. Esta superposición entre disciplinas se debe a que la filosofía es una disciplina muy amplia. En la actualidad sin embargo y desde el siglo XIX, la mayoría de filósofos han restringido su área de investigación, y se caracterizan por estudiar las cuestiones más fundamentales y generales. La filosofía posee demasiadas ramas entre las que se encuentran: -Metafísica: La metafísica se ocupa de investigar la naturaleza, estructura y principios fundamentales de la realidad. Esto incluye la clarificación e investigación de algunas de las nociones fundamentales con las que entendemos el mundo, incluyendo: ser, entidad, existencia, objeto, propiedad, relación, causalidad, tiempo y espacio. Antes del advenimiento de la ciencia moderna, muchos de los problemas que hoy pertenecen a las ciencias naturales eran estudiados por la metafísica bajo el título de filosofía natural. La ontología es la parte de la metafísica que se ocupa de investigar qué entidades existen y cuáles no, más allá de las apariencias.
-Gnoseología: La gnoseología es el estudio del origen, la naturaleza y los límites del conocimiento humano. No hay que confundirla con la epistemología, que designa específicamente el estudio del conocimiento científico, también denominado filosofía de la ciencia. Muchas ciencias particulares tienen además su propia filosofía, como por ejemplo, la filosofía de la historia, la filosofía de la matemática, la filosofía de la física, etcétera. El experimento mental del cerebro en una cubeta puede poner a prueba distintas teorías acerca del conocimiento. Dentro de la gnoseología, una parte importante, que algunos consideran incluso una rama independiente de la filosofía, es la fenomenología. La fenomenología es el estudio de los fenómenos, es decir de la experiencia de aquello que se nos aparece en la conciencia. Más precisamente, la fenomenología estudia la estructura de los distintos tipos de experiencia, tales como la percepción, el pensamiento, el recuerdo, la imaginación, el deseo, etc. Algunos de los conceptos centrales de esta disciplina son la intencionalidad, la conciencia y los qualia, conceptos que también son estudiados por la filosofía de la mente.
-Epistemología: La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento, y los criterios por los cuales se le justifica o invalida, así como la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad, realidad o justificación. La epistemología encuentra ya sus primeras formas en la Grecia Antigua, primero en filósofos como Parménides o Platón.
-Ética: La ética abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. La metaética estudia el origen y el significado de los conceptos éticos, así como las cuestiones metafísicas acerca de la moralidad, en particular si los valores morales existen independientemente de los humanos, y si son relativos, convencionales o absolutos. Algunos problemas de la metaética son el problema del ser y el deber ser, el problema de la suerte moral, y la cuestión acerca de la existencia o no del libre albedrío. La ética normativa estudia los posibles criterios morales para determinar cuándo una acción es correcta y cuándo no lo es. Un ejemplo clásico de un criterio semejante es la regla de oro.

martes, 9 de julio de 2013

Lógica

-Definicion e inferencia
-Deducciones y conclusión
-QED
-Reduccion al absurdo
-Tablas de verdad
La lógica es una ciencia formal que estudia los principios de la demostración e inferencia válida.
 La palabra deriva del griego antiguo λογική (logike), que significa «dotado de razón, intelectual, dialéctico, argumentativo», que a su vez viene de λόγος (logos), «palabra, pensamiento, idea, argumento, razón o principio». Así como el objeto de estudio tradicional de la química es la materia, y el de la biología la vida, el de la lógica es la inferencia.
La inferencia es el proceso por el cual se derivan conclusiones a partir de premisas.
 La lógica investiga los principios por los cuales algunas inferencias son aceptables, y otras no.
 Cuando una inferencia es aceptable, lo es por su estructura lógica, y no por el contenido específico del argumento o el lenguaje utilizado.

 Una deducción es un argumento donde la conclusión se infiere necesariamente de las premisas.
En su definición formal, una deducción es una secuencia finita de fórmulas, de las cuales la última es designada como la conclusión y todas las fórmulas en la secuencia son, o bien axiomas, o bien premisas, o bien inferencias directas a partir de fórmulas previas en la secuencia por medio de reglas de inferencia. Por ejemplo, la siguiente es una deducción de la fórmula en el sistema de la lógica proposicional:

Considérese el siguiente argumento:
1. Mañana es miércoles o mañana es jueves.
2. Mañana no es jueves.
3. Por lo tanto, mañana es miércoles.

 Es un argumento válido.
Quiere decir que es imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa.
 Esto no quiere decir que la conclusión sea verdadera.
 Si las premisas son falsas, entonces la conclusión también podría serlo.
 Pero si las premisas son verdaderas, entonces la conclusión también lo es.
 La validez de este argumento no se debe al significado de las expresiones «mañana es miércoles» y «mañana es jueves», porque éstas podrían cambiarse por otras y el argumento permanecer válido.

Quod erat demonstrandum es una locución latina que significa ‘lo que se quería demostrar y se abrevia QED.
La usaban muchos matemáticos antiguos, incluyendo a Euclides y Arquímedes, al final de las demostraciones o pruebas matemáticas para señalar que habían alcanzado el resultado requerido para la prueba.
 Reductio ad absurdum, es la expresión latina por reducción al absurdo, es un método de demostración lógico.
Es usado para demostrar la validez de proposiciones categóricas; se parte por suponer como hipotética la negación o falsedad de la tesis de la proposición a demostrar, y mediante una concatenación de inferencias lógicas válidas se pretende derivar una contradicción lógica, un absurdo; de derivarse una contradicción, se concluye que la hipótesis de partida (la negación de la original) ha de ser falsa, y la original es verdadera y la proposición o argumento es válido.

En lógica, modus ponendo ponens (en latín, modo que afirmando afirma), también llamado modus ponens y generalmente abreviado MPP o MP, es una regla de inferencia que tiene la siguiente forma:

Si A, entonces B
A
Por lo tanto, B

En lógica, el modus tollendo tollens (en latín, modo que negando niega), también llamado modus tollens y generalmente abreviado MTT o MT, es una regla de inferencia que tiene la siguiente forma:
si A entonces B
No B
Por lo tanto, no A

 La tabla de verdad de una fórmula es una tabla en la que se presentan todas las posibles interpretaciones de las variables proposicionales que constituye la fórmula y el valor de verdad de la fórmula completa para cada interpretación.




¿Pero como nos afecta todo eso a lo que nos interesa? Pues que podemos utilizar la lógica como instrumento para demostrar la existencia de las ciencias misteriosas. La lógica nos ayuda a eliminar el escepticismo de todas esas personas que creen que solo existe lo que es demostrado científicamente, utilizando como base la física. La lógica, digamos es como la otra cara de la moneda de la física. Lo que no esta demostrado físicamente de forma científica, esta demostrado lógicamente de forma científica. ¿Como podemos demostrar que la mesa donde nos sentamos a comer existe realmente? Pues con un espectrofotómetro de masa podemos demostrar que los átomos de carbono que forman la madera de la mesa existen. ¿Cómo podemos demostrar que los fantasmas existen? Utilizando la lógica y sus reglas. La lógica mediante las premisas y sus normas nos ayudan a llegar a la conclusión de que los fantasmas existen, por ejemplo.